Es a mitades del siglo XIX que debuta la historia del butre y la goleta malgache. Radama II, rey de Madagascar, en su afán de apertura hacia el mundo exterior, permite la entrada de extranjeros y los anima a invertir en actividades económicas que ayuden en el desarrollo de la isla. Es así como la familia de carpinteros bretones, los Joachim, un matrimonio con sus tres hijos establecidos en la isla de La Reunion, deciden tentar suerte y se instalan en la costa oeste de Madagascar en 1863.
Radama II que recibió fuertes críticas al respecto, fue asesinado algunos meses más tarde y reemplazado por su mujer Rasoherina, quien permite la persecución y expulsión de los extranjeros.
La familia Joachim tuvo que huir a la vecina Reunion donde permanecerán varios años, hasta que en 1888 dos de los hijos de la familia regresan a Madagascar instalándose, primero entre Tulear y Morombe, y finalmente en Morondava en 1904, donde crean un taller de fabricación de embarcaciones.
Uno de los hijos, Albert (Bebea en malgache) obtiene una autorización e incluso una pequeña subvención de las autoridades coloniales para instalar una escuela de carpinteros de barcos y decide hacerlo en la pequeña población de Belo sur Mer.
Los pescadores vezo que habitaban el lugar comenzaron a interesarse por aprender el oficio. La posibilidad de construir sus propias embarcaciones para después salir a faenar fue el detonante del gran éxito de la escuela.
Albert (Bebea) murió en 1932 y fue enterrado en Belo sur Mer. Actualmente cinco familias de carpinteros perpetúan el “savoir-faire” de Albert Joachim y siguen construyendo los butres (botry en malgache) y las goletas de manera artesanal.
Poder asistir a una botadura en Belo Sur Mer es una experiencia estremecedora.
El fervor de la multitud que tira de las cuerdas a la de una, dos, tres y los festejos que suceden a la ceremonia son algunos de los conmovedores actos que conlleva la finalización de una embarcación.
La población también es conocida por sus salinas. Numerosas familias se encargan, generación tras generación de extraer la sal a fin de conservar los alimentos de la población a falta de refrigeración.
Otros de los puntos fuertes de Belo sur Mer y que pocos conocen son los paradisíacos islotes coralinos pertenecientes al Parque Nacional de Kirindy Mite: Nosy Andriamitaroka, Nosy Andravoho y Nosy Andriangary donde podemos practicar snorkel en un magnífico acuario tropical de aguas turquesas y arenas blancas y donde podemos encontrarnos con tortugas, delfines y ballenas que navegan las aguas del Canal de Mozambique en total libertad.
La zona terrestre del Parque Nacional de Kirindy Mite, con sus dunas que llegan hasta el mar, sus añosos baobabs y su impresionante manglar son otro de los atractivos de la zona.”
Fuente ©IndigoBe Magazine.